Alimentos sanos: no vale todo

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Que un alimento sea sano no quiere decir que tengas barra libre para comerlo hasta reventar
¡Pero si esto es sano! Afirman vigor muchas personas mientras se ponen moradas de almendras o zumo de fruta. Por muchos que sean sus beneficios, la comida “sana” puede engordar igual o más que la procesada, y tienes que controlar las cantidades. Antes de seguir, vamos a intentar definir lo que es un alimento sano:

  • Un alimento es más sano si contiene más nutrientes que otro. Por ejemplo, el aguacate, rico en minerales y vitaminas, es más sano que un paquete de aperitivos salados de maíz, que son poco más que almidón, grasa y sal.
  • Un alimento es más sano si no dispara tu insulina, es decir,  tiene menor índice glucémico. Por ejemplo, en ese sentido los boniatos son más sanos que las patatas, porque se absorbe más lentamente. Además, la norma anterior también se aplica, ya que contienen más vitaminas y minerales.
  • Un alimento es más sano si no contiene sustancias tóxicas. Esto no es una perogrullada, porque por ejemplo el alcohol es una sustancia tóxica, pero es legal venderla, y la gente la toma. Según este principio, el vino es mucho más sano que el whisky, porque su contenido en alcohol es mucho menor.

Lo que contienen los alimentos sanos

A estas alturas ya sabes por donde voy. El que un alimento sea “sano” no te da barra libre para atracarte. Los alimentos sanos engordan igual, y los excesos afectan igual a tu salud. Es un problema de cantidad:

  • El pan y los cereales integrales: contienen fibra, vitaminas y minerales, pero es algo que se añade, y el almidón siempre está allí, en el pan, la pizza, la pasta y los bollos, sumando muchas calorías. ¿Los cereales de desayuno? Ni te acerques.
  • El aceite de oliva: rico en ácidos grasos monoinsaturados, que son “sanos”, pero una cucharada son 120 Calorías. Cinco cucharadas tienen las mismas calorías que una hamburguesa con patatas. Así que cuidado con lo que le pones a tu tostada del desayuno.
  • La miel: tiene vitaminas y minerales, pero el 80% es glocosa y fructosa, es decir, azúcar. El otro 20% es agua. Es decir, a la hora de disparar tu insulina y almacenar el exceso de azúcar en tu barriga, el efecto es el mismo que el azúcar refinada.
  • El vino: especialmente el vino tinto es rico en antioxidantes como el resveratrol, pero sigue teniendo un 14% de alcohol. Una copa de vino son 180 Calorías, y media botella, lo mismo que diez galletas de chocolate. Si te bebes todo eso, la resaca viene de propina con el michelín.
  • El zumo de naranja y otras frutas: las vitaminas sólo están ahí durante la primera media hora después de exprimirlo. Aparte de eso, es sólo una mezcla de agua y azúcar, si ni siquiera algo de fibra para amortiguar el efecto de tanta azúcar.
  • Los frutos secos: ricos en minerales y ácidos grasos saludables. Pero un paquete de 100 gramos de almendras son casi 700 Calorías. Lo mismo que un menú completo de hamburguesería.

Medidas de control

¿Cuál es la solución? ¿Tendrás que huir de los alimentos sanos también? Claro que no, sólo tienes que controlar la cantidad. Cada persona es diferente y lo ideal es calcular cuál es tu gasto calórico diario, pero aquí tienes unos límites de seguridad que al menos minimizarán los daños. En algunos casos es mejor prescindir del todo, pero si no puedes resistirte, no te pases:

  • Pan y cereales integrales: come lo menos posible especialmente si se trata de trigo, y solo para desayunar. Olvídate de que existe el pan el resto del día y elige verdura, copos de avena, arroz o legumbres. Huye de los cereales de desayuno.
  • Aceite de oliva: no más de tres cucharadas al día
  • Miel: idealmente, nada, es sólo azúcar. En cualquier caso no más de una cucharadita de té.
  • Vino: como mucho una copa al día, y no todos los días
  • Zumo: nada. Come una pieza de fruta en su lugar.
  • Frutos secos: depende del resto de la comida, pero nunca más de cinco piezas de una vez, y siempre crudos, ni fritos ni tostados

Foto: cornflakes, de Shutterstock