Tres propósitos: Sayonara confort


Hay diferencia entre vivir tranquilo y estar muerto en vida. Tírate a la piscina.
La zona de confort es donde todos queremos estar. Es el sitio donde no hay ansiedad, donde no se nos exige nada y no tenemos miedo de nada. El puesto de trabajo vitalicio, el matrimonio indisoluble, los 20 minutos en la bici estática sin sudar. Se está muy bien allí, hasta el día que dejas de estar bien, claro.
Por supuesto, la zona de confort solo existe en nuestra cabeza. La vida está llena de inseguridades, amenazas y riesgos. Nuestro cerebro nos intenta proteger tendiendo a la homeostasis, es decir, quedarnos como estamos. Lo que ocurre es que el mundo cambia, y nuestra zona de confort cada día se va haciendo más estrecha. Si nos quedamos en ella, nuestra propia vida se convierte en un túnel.
Da igual que sea tu trabajo, tu cuerpo, la relación con tu pareja o cualquier otro aspecto de tu vida. Si solo te dejas arrastrar por la inercia y sigues haciendo lo mismo que has hecho siempre, tarde o temprano lo que tienes ahora se acabará deteriorando. Ya no te encontrarás a gusto ni te producirá ninguna satisfacción, y cada día será peor que el anterior. Estos son los síntomas:

  • Podrías hacer tu trabajo con los ojos cerrados
  • Hace mucho tiempo que no aprendes nada nuevo
  • No te apetece aprender nada nuevo
  • Tus jefes ya no te piden que hagas nada nuevo
  • Cuando te preguntan si tu trabajo te apasiona respondes “Bueeeno…”

Donde pone trabajo, puedes poner ejercicio, sexo, comida o aficiones. Salir de ese pozo que es la zona de confort es difícil, y muchas personas solo lo hacen después de una experiencia traumática, como un accidente o la pérdida de un ser querido. No esperes a eso. Da un paso, aunque sea uno solo, fuera del camino:

  1. Haz una cosa que te de miedo o vergüenza: Sal a la pista de baile de la discoteca. Habla con esa chica/chico que te gusta, aunque sea para preguntar la hora. Salta en paracaídas. Canta en un karaoke. Atrévete a hacer eso en la cama. Verás que no era para tanto.
  2. Di que no: Rechaza la invitación de boda de esa gente horrible que ni siquiera conoces bien. Dile a tu cuñado que lleve su ordenador al servicio técnico porque tú no puedes arreglarlo. Di a tu jefe que los plazos que pide no son posibles. Todo con educación, pero con firmeza.
  3. Aprende algo nuevo: Apúntate a clases de teatro, o de caligrafía china. Arende a tocar la harmónica. Pide a tu madre que te enseñe su receta del gazpacho. Lee ese libro sobre el imperio romano que está acumulando polvo en un estante. Busca cosas raras en Wikipedia.
  4. No lo hagas en solitario: Busca gente interesante que te ayude a empezar. Haz trabajo voluntario, sin esperar nada a cambio. Asiste a conferencias. Inscríbete en una asociación de tu barrio. Pregunta a las personas que saben. Haz nuevas amistades fuera de tu círculo.


En este proceso, las personas más cercanas pueden convertirse en tus peores enemigos. Se resisten a que cambies porque tú también formas parte de su zona de confort. Para hacer esta tortilla tendrás que romper algún huevo, pero si de verdad les importas, al final te apoyarán. ¡Salta!