Tres propósitos: sayonara ascensor


De vuelta al trabajo, olvídate del ascensor y verás el cambio. Esta vez no hay excusas.
Los propósitos de año nuevo son un timo. Los verdaderos propósitos los hacemos al volver de las vacaciones de verano, llenos de ideas y energía, y con ganas de cambiar. Durante los veinte minutos que dura este estado, intenta comprometerte a pequeños cambios, como los tres que te propongo esta semana.
Los pequeños cambios son los que nos transforman. No engordas por grandes comilonas, sino por este pequeño donut ahora, esa hamburguesa con patatas fritas después, esa diminuta chocolatina entre horas, todo eso acumulándose durante años.
Pero los pequeños cambios también funcionan para mejorar.
Si aún no he conseguido convencerte para que hagas ejercicio, ¿por qué no te olvidas del ascensor? Cuando tienes un trabajo de oficina, pasas horas y horas en una silla. De esa silla pasas al asiento del coche, y de ahí al sofá de tu casa. Solo con subir escaleras estás introduciendo un cambio a mejor, que acumulado en el tiempo puede tener efectos visibles.


Me pareció escuchar lindas excusas. Aquí hay respuesta a algunas de ellas:

  • No tengo tiempo: ¿No tienes cinco minutos para subir por las escaleras, pero sí tienes tiempo para mirar Facebook?
  • Vivo en un noveno piso (o más alto): Dosifica el esfuerzo. Sube en ascensor hasta el sexto, el resto a pie. La semana que viene empieza desde el quinto, y así progresivamente.
  • Hago el ridículo: ¿Te preocupa tener un aspecto ridículo subiendo escaleras, pero no te preocupa estar gordo?
  • Luego ya iré al ginmasio: Subir escaleras es algo que hacer además del gimnasio. Mantener una actividad moderada a lo largo del día aumenta el metabolismo basal y es más efectivo que concentrar el esfuerzo en la hora de gimnasio.